A veces estamos tan distraídos que nos desconectamos de nosotros mismos.
No nos sentimos.
Nuestro cuerpo trata de comunicarse con nosotros y no lo notamos, nos manda mensajes que no escuchamos, que no observamos.
Nos presionamos demasiado, nos exigimos, nos excedemos, no descansamos lo suficiente. Por protección, en algún momento, a lo mejor optamos por desconectarnos de nuestro cuerpo, porque sentir "duele" o "lastima demasiado". O pensamos que estamos muy ocupados y no tenemos tiempo como para hacerle caso a algún "dolorcito" y mejor nos echamos 2 pastillas y lo adormecemos.
Nuestro cuerpo es nuestro contenedor emocional.
El primer paso para poder recuperarnos, es reconectarnos, realmente sentirnos.
Usar nuestro sentido del sentir.
Percibir el lenguaje de las sensaciones de nuestro cuerpo.
Escuchar lo que nos quiere decir, reconocernos como una totalidad.
Reconocer la sabiduría de nuestro cuerpo.
Observar nuestras sensaciones en diferentes situaciones, con diferentes personas:
¿Cómo late nuestro corazón? ¿Hay tensión en alguna parte del cuerpo?
¿Cómo esta nuestra temperatura? ¿Nuestra respiración?
¿Cómo se siente nuestro estómago, garganta, espalda, cabeza, cuello..?
¿Cómo te expresas de tu sentir físico?
"Soy muy rígida."
"Estoy súper tensa."
"Duele, pero tengo que seguir."
"Ya no puedo ni con mi alma."
"Estoy agotada."
"Tengo problemas de equilibrio."
"No puedo ver claramente."
"Me duele hablar."
¿Cómo se relaciona tu sentir físico con otros aspectos de tu vida?
¿Qué mensaje está gritándote tu cuerpo que no quieres escuchar?
¿Qué necesitas hacer?
¿Lo vas a empezar a escuchar...o vas a seguir ignorándolo?
Nosotros somos los únicos que podemos descifrar ese mensaje,
aprendamos a escucharnos, a sentirnos de verdad.
Dejemos de quejarnos
Te has fijado como últimamente las quejas son una constante?
A donde vayamos, con quien estemos, siempre hay alguien quejándose de algo, incluso nosotros. Echándole la culpa al mundo por todo lo que nos pasa: el tráfico, el trabajo, el tiradero en mi casa, el trabajo acumulado, el humor de mi jefe, el perro del vecino, los berrinches de mis hijos, la falta de dinero, el internet que está lentísimo, la espalda que me está matando, el mugre teléfono que se quedó sin pila,... cuando, en realidad, los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros.
Nosotros somos los responsables, lo que nos pasa es el resultado de las decisiones que tomamos. Nosotros somos quien tiene el control, quien decide que hacer, que decir, en que gastar, con quien estar, donde estar, que aguantar, que aceptar, que pensar,... son nuestras decisiones. Que pueden no ser las mas acertadas muchas veces y no tener el resultado que esperábamos, pero son nuestras y tenemos que aceptarlas y afrontar sus consecuencias, responsabilizarnos por ellas y aprender de ellas.
Claro que hay factores externos que nos afectan, pero siempre SIEMPRE tenemos una opción: aceptarlos, alejarnos, cambiarlos, mejorarlos, no escucharlos, o aprender lo que nos quieran enseñar y crecer con ellos, manejando lo que nos toque de la mejor manera, con nuestra mejor actitud, con sabiduría y apertura.
Nos quejamos y nos quejamos de como nos trata el mundo, cuando también muchas veces quien peor nos trata somos nosotros mismos: no dormimos lo suficiente, no descansamos, no comemos bien, nos sobrecargamos de trabajo y ocupaciones, nos volvemos inaccesibles a nuestros seres queridos, nos exigimos demasiado y cuando nos tropezamos, somos los primeros en atacarnos y en acabar con la poca confianza y ganas que nos quedaba.
Podemos elegir un cambio.
Podemos tratarnos mejor y cambiar nuestra actitud ante la vida.
Es momento de ser responsables.
De observar nuestras decisiones.
De observar lo que hemos elegido y sentirnos, sentir nuestro cuerpo y ver que nos quiere decir (la posición que toma, la tensión que tiene, los movimientos que hace, la temperatura,...), que opina al respecto, realmente escucharnos.
Sentirnos bien, tranquilos, cómodos, felices.
Atraemos lo que decimos.
Atraigamos amor, belleza y armonía.
Dejemos de quejarnos. Cambiemos nuestra vida.
A donde vayamos, con quien estemos, siempre hay alguien quejándose de algo, incluso nosotros. Echándole la culpa al mundo por todo lo que nos pasa: el tráfico, el trabajo, el tiradero en mi casa, el trabajo acumulado, el humor de mi jefe, el perro del vecino, los berrinches de mis hijos, la falta de dinero, el internet que está lentísimo, la espalda que me está matando, el mugre teléfono que se quedó sin pila,... cuando, en realidad, los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros.
Nosotros somos los responsables, lo que nos pasa es el resultado de las decisiones que tomamos. Nosotros somos quien tiene el control, quien decide que hacer, que decir, en que gastar, con quien estar, donde estar, que aguantar, que aceptar, que pensar,... son nuestras decisiones. Que pueden no ser las mas acertadas muchas veces y no tener el resultado que esperábamos, pero son nuestras y tenemos que aceptarlas y afrontar sus consecuencias, responsabilizarnos por ellas y aprender de ellas.
Claro que hay factores externos que nos afectan, pero siempre SIEMPRE tenemos una opción: aceptarlos, alejarnos, cambiarlos, mejorarlos, no escucharlos, o aprender lo que nos quieran enseñar y crecer con ellos, manejando lo que nos toque de la mejor manera, con nuestra mejor actitud, con sabiduría y apertura.
Nos quejamos y nos quejamos de como nos trata el mundo, cuando también muchas veces quien peor nos trata somos nosotros mismos: no dormimos lo suficiente, no descansamos, no comemos bien, nos sobrecargamos de trabajo y ocupaciones, nos volvemos inaccesibles a nuestros seres queridos, nos exigimos demasiado y cuando nos tropezamos, somos los primeros en atacarnos y en acabar con la poca confianza y ganas que nos quedaba.
Podemos elegir un cambio.
Podemos tratarnos mejor y cambiar nuestra actitud ante la vida.
Es momento de ser responsables.
De observar nuestras decisiones.
De observar lo que hemos elegido y sentirnos, sentir nuestro cuerpo y ver que nos quiere decir (la posición que toma, la tensión que tiene, los movimientos que hace, la temperatura,...), que opina al respecto, realmente escucharnos.
Sentirnos bien, tranquilos, cómodos, felices.
- Háblate bonito, con cariño.
- Escúchate, siente tu cuerpo, hazle caso.
- Piensa en lo positivo que tienes y enfócate en ello.
Atraemos lo que decimos.
Atraigamos amor, belleza y armonía.
Dejemos de quejarnos. Cambiemos nuestra vida.
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